El rebelde Interno

A lo largo de la vida y especialmente en periodos convulsos como la adolescencia, es fácil pivotar entre el guión y el contraguión.  Poder y contrapoder se hallan en una fricción necesaria para asegurar el asentamiento de la incipiente personalidad de los casi niños/as todavía, que comienzan a romper moldes sin tener clara la escultura propia que van a crear. Con el material en sus manos, construyen y deconstruyen el día a día y deciden por imposición social parte de su futuro: aprobar, suspender, qué estudiar, etc. También cuestiones más íntimas como su orientación sexual, a veces confusa, ensayan el estilo de comunicación en sus primeras parejas, y su modo de ejercer una libertad apenas estrenada.

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Seguir la dirección marcada por los padres, madres, maestros/as, etc, o apostar por la incipiente autonomía, luchar contra lo marcado, es una ruta que puede tener truco. Berne explica que puede simplemente tratarse de la provocación recogida de la parte infantil de los papás y mamás que es percibida por los hijos como libertad.  Si es así, y la parte adulta queda carencial, la rebeldía adolescente tiene riesgo de permanencia, de cronicidad y, aunque es interesante considerar el atractivo del rebelde, con causa o sin ella, también lo es diferenciar rebeldía y rigidez, en forma de polaridades enfundadas con principios irrevocables que se asemejan en mayor medida a dogmas  conservadores,  que al sentido rompedor de la rebeldía.

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Conviene desarrollar, eso sí, el pensamiento crítico y afianzar la personalidad para decir sí o no, firme y claramente, cuando sea conveniente. Decidir sin exceso de miedo.

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Lejos de parecer que hablo de quinceañeros con necesidad de madurar, me refiero a  estados mentales que nos acompañan toda la vida. Unos, vestigios de nuestras primeras etapas de desarrollo, con una gran capacidad en muchos casos, de activarse en la actualidad, contienen riesgo de llevarnos a rutas emocionales rancias apoyadas por creencias obsoletas.

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Otro estado que nos conforma es lento y potente, con carácter integrador, contiene el equilibrio entre la seguridad y la flexibilidad, asume los sentimientos y las experiencias desde riesgos medibles en lo posible, y dispone de un amplio espacio para la espontaneidad. Es autónomo y fiable y ético. Es el estado mental necesario para la sostenibilidad de la persona.

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Los estados de atrás son reactivos, automáticos, y su potencia es proporcional a la falta de cultivo del estado Adulto, que no es reactivo sino evolutivo, y requiere una buena siembra, un adecuado cuidado. Si crecemos, maduramos y aprendemos de un modo significativo, lo de atrás cae por su propio peso o bien se integra donde corresponde. No es lo mismo hacerse viejo que madurar.

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Envejecer con los lastres del pasado hace viejos amagados, cansinos, feos.

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Envejecer aprendiendo de mí, de ti, con sentido de la vida, contribuye al legado constructivo que transmito, la mejor herencia que puedo dejar.

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Es preciso revisar a tiempo, resolver lo de atrás, porque creo cada vez con mayor certeza, que hay un punto de no retorno para esto, el tiempo apremia.

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Si la decisión es tomar las riendas de tu vida, hazlo desde hoy.

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Dibujo: Mamen Torres.

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2 comentarios

  1. Hola Consuelo,

    El rebelde interno es un mal consejero, responsable de rupturas y roces con aquellos que nos rodean. Una vez más tocando esos rincones oscuros que todos tenemos, causando una cierta aflicción a la que sucede la reflexión. Es siempre una alegría volver a leer una publicación tuya. Un abrazo.

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