Distancia

Es duro escribir acerca del desencuentro en cualquier aspecto de la  vida. Sin embargo, creo que cuando se trata de la pareja se torna especialmente complejo. Trabajar con la distancia, con la brecha emocional de quienes se eligieron tiempo atrás con la intención de quererse y proyectándose en el futuro juntos,  requiere amplio conocimiento y perspectiva. Como en cualquier ámbito de la intervención psicológica, el trabajo personal de quien ofrece apoyo psicológico de pareja es esencial, es preciso descontaminar lo propio para trabajar lo ajeno, atender las vulnerabilidades para que no interfieran en la calidad de la praxis. El trabajo de higiene emocional ha de ser constante y efectivo.

 Durante años, he observado el inicio, el desarrollo y resolución de relaciones de pareja con diferentes vías de reformulación en su relación, unas para continuar juntas de otro modo, otras para buscar, cada uno, nuevas rutas.

 Escribir acerca de nuestra actividad profesional lo considero una medida de salud mental, un modo de volcar en el papel, en la pantalla, la forma escrita de la observación, del pensamiento, de la hipótesis de trabajo. Un procedimiento para clarificar y organizar la memoria.

 Hace unos meses, comencé a escribir un nuevo libro con el objetivo de reflejar algunos ejemplos de   desencuentros y rupturas de pareja y describir los sentimientos que se fraguan en estas experiencias. Aunque se trata de ficción, encierran la verdad emocional de lo recogido. Uno de los objetivos de nuestro trabajo, consiste en generar conciencia emocional para alejarse del embotamiento que a veces acompaña la experiencia vital. La consciencia abre opciones que no habíamos contemplado, después ha de acompañarse de la acción concreta para que el cambio sea posible, un nuevo estilo de comunicación que favorezca la escucha activa, encontrarse y encontrar al otro sin extorsiones ni descuentos para alcanzar, si es posible todavía, la intimidad genuina, sin trucos ni juegos que desgastan la posibilidad de amar y conocerse.

Acompaño esta reflexión de hoy con un breve párrafo a modo de ejemplo.

Distancia

El desamor se atisba en la ausencia de alegría compartida, en lo que ya no me interesa contarte, en lo que creo que piensas e imaginas ajeno a nosotros, en el exceso de fantasía necesaria para completar cada momento de la realidad, mientras vagamos por nuestras costumbres que antes eran amenas y ahora pesan llenando de apatía la tarde del sábado, la mañana del domingo, el café todavía caliente que espera el buenos días de la radio con la voz de otros para llenar los silencios de nuestra espesa distancia.

Ahogo el llanto ya sin esfuerzo y me instalo en el estado neutro que he diseñado para sobrevivir sin caer en la tristeza, para evitar la apatía al menos en lo que me corresponde como persona más allá de lo que me une todavía a ti.

La distancia es un duelo a veces encubierto que se expresa como tal cuando se comprende lo vivido y se le pone nombre. Es entonces cuando es posible permitirse sentir lo que hace falta para repararse y seguir hacia adelante solos o en buena compañía.

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