El término Guión de Vida alude a las decisiones tempranas que tomamos en los primeros años de vida por tres cuestiones fundamentales:
- Dar sentido a la vida
- Estructurar el tiempo y
- Seguir las “enseñanzas parentales”
Respecto a la primera cuestión, respondemos a preguntas como ¿Quién soy? ¿Qué hago en este mundo? ¿Quiénes son y cómo están los otros?
Las respuestas nos servirán para configurar nuestra Posición Existencial: Estar bien, es decir, gozar de un autoconcepto positivo, percibirse adecuado en las relaciones sociales, considerar que la propia existencia tiene sentido; estar mal, asociado a una baja autoestima, percibir a los demás y/o a uno mismo inadecuado (tal vez estúpido, sin atractivo, sin objetivos) y con pérdida de sentido de la vida.
La estructuración del tiempo descrita por Eric Berne, especifica el modo en que las personas gestionamos nuestro tiempo; en este punto nos interesa centrarnos en los Juegos Psicológicos y relacionarlos con el Guión de Vida y con el estilo de relación que establecemos con nuestras parejas.
Recogiendo la descripción de C. Steiner (1992) de tipos de guión: sin amor, sin gozo, sin pensar, vamos a ir reflexionando acerca de los guiones de pareja que pueden configurarse con los juegos más representativos que desarrollan y que definen su relación.
Camino Roca y Coca Vila (2008) clasifican los guiones de pareja en estos: guión de sumisión, guión de dominancia y guión de aislamiento; nos centramos hoy en la descripción del primero.
Guiones de sumisión. En este caso, uno de los miembros juega a salvar y el otro se sitúa en el rol de víctima. Esta pretende cuidado, atención desmedida, la que se dio al principio de la relación. El otro salva para recibir también agradecimiento, sumisión; a medida que el juego avanza, es decir, que se repiten situaciones que van marcando el estilo de relación entre ambos, el que se posicionó como víctima puede situarse en un rol perseguidor culpabilizando al otro desde el resentimiento, tal vez dejó de hacer cosas, de ver personas, de cuidarse; puede que el que actuó salvando al principio de la relación también haya comenzado a descalificar, a abandonar a la víctima. El juego avanza con situaciones de conflicto cada vez más frecuentes que pueden mantenerse durante mucho tiempo, desarrollando una relación de dependencia crónica, con conflictos más o menos complejos, en función de la gravedad de los juegos.
Las consecuencias para ambos son nefastas: ausencia de intimidad real, es decir, de autenticidad en su comunicación, así como ausencia de relaciones sexuales satisfactorias (pérdida de placer), configurándose como un guión de pareja de No Gozo (Steiner, 1992). El final puede ser la ruptura, la infelicidad crónica si permanecen juntos, o tal vez el desarrollo de escaladas de agresividad que pueden desencadenar situaciones de alto riesgo físico y emocional. Continuará…