Como si de un menú de autoservicio se tratara, pulsando una tecla hombres y mujeres encuentran un amplio espectro de perfiles y rostros entre los que elegir lo que van a degustar el próximo fin de semana. O tal vez el martes, el miércoles, depende, puede que sean los días que los que viven en pareja elijan para recrear el personaje creado para las citas, generalmente de sexo fácil, aunque a veces se adorne con más o menos romanticismo barato. Digo barato porque cada vez es más cutre. La supuesta igualdad entre sexos ha dado paso a un estilo de seducción carente de elegancia y con exceso de mentira.
La rapidez en la elección y la amplia oferta convierte a las citas “amorosas” en una especie de visita al mercado: elije, es gratis.
Sin embargo hay un precio, el desencanto, la frustración, la sensación de no encontrar lo que realmente se quiere o bien de no resultar elegido/a.
Se asegura conocer al otro por las interacciones a través del Whatsapp, se utiliza el móvil como instrumento de contacto, espionaje y escáner del otro, una especie de instrumento a favor de la dependencia: saber si me atiende, si está conectado/a con otro/a, si es sincero/a o miente…
Se dice que se busca amor cuando se busca sexo, se dice que no se quiere compromiso cuando en realidad se desea compañía duradera, es decir compromiso. Asusta asustar y que desaparezca el contacto y aparezca el vacío, el abandono.
Recientemente escucho el término poliamor ¿amor? y me pregunto a que se refieren las personas cuando se autodefinen como poliamorosas.
Por los datos que tengo se trata del viejo y trasnochado amor libre de los 60, los 70, los 80….
En fin nada nuevo, bien estando en pareja como una especie de vida paralela, un modo de adulterio consentido, no siempre, a veces consensuado, otras no.
Reflexiono acerca de esta cuestión y me pregunto si no será en parte un tipo de machismo encubierto o también por qué no de supuesta liberación femenina para tener sexo fácil y sin compromiso, e incluso seguir con la vida de familia simultaneando los caprichos de seducción de inmaduros e insatisfechos crónicos.
Las páginas de internet ofrecen una carta libre de sexo encubierto en las que es fácil mentir o no decir, digamos, toda la verdad, omitir, maquillar, etc.
Opciones múltiples para encadenar relaciones, encuentros, alivios. Así no hay que esforzarse, al mínimo contratiempo, ¡zas!, a otra cosa. El final más probable: la soledad.
La soledad cultivada compuesta de desgaste, de hastío, porque cansa una y otra vez esperar que sea esta ocasión en la que el otro/a está disponible para esperar, mirar, hablar despacio y gastar tiempo, conocer realmente a la persona que está ahí enfrente y mostrar las vulnerabilidades que en las citas rápidas se ocultan…
Parafraseando a Berne en su popular texto¿ «Qué dice usted después de decir «hola»? recomencemos: “¿Qué podemos decir después de decir hola?”
3 respuestas
Tener relaciones sexuales sin querer ir más allá de una relación sentimental es totalmente lícito. Se puede hacer desde la sinceridad y honestidad, basta con ser claro/a.
Se nos hace creer que hay que estar en pareja para conseguir la felicidad pero eso es un mito.
Lo que verdaderamente decepciona son las personas, ya sea en el ámbito sentimental, familiar o laboral. Sólo hay que afrontarlo. Únicamente hay una persona a la que no hay que decepcionar: uno mismo.
Cada uno tiene que saber qué quiere en la vida y qué está dispuesto a sacrificar para conseguirlo, hay que ser consecuente.
No obstante es interesante su punto de vista.
Un saludo.
Hola Paco, como dices, es lícito tener relaciones sexuales sin relaciones sentimentales, no lo cuestiono.Observo y reflexiono acerca de las consecuencias de la mentira especialmente.
No creo que las personas decepcionen, algunas si, desde luego,es importante aprender a elegir, otras nutren con su presencia, con su compañía y la alegría, el placer, el amor compartido se hacen más potentes.
Ser consecuente con uno mismo es un gran logro, desde luego, podríamos hablar largamente de esto: consecuente aunque sin exceso de ego.
Hola Consuelo,
La decepción es inevitable y forma parte de la vida cotidiana. La gente no decepciona porque busque hacer daño, éste generalmente se hace de manera indirecta al buscar el beneficio propio. Efectos colaterales se denomina ahora. Está relacionado con el exceso de ego, como bien apuntas.
Las relaciones, de cualquier tipo, nunca son perfectas. Hay que ser realista y asumir los defectos propios y por los ajenos, es un verdadero acto de liberación. ¿Quién quiere ser un santo?
Aunque también es lícito tener expectativas y esperanzas en encontrar lo que se desea. Eso demuestra tener un espíritu joven.
Un saludo.