Después de la foto…

Nos gusta hacer fotos, es una extendida afición humana desde que existen las cámaras. Antes de ellas, plasmar algo o a alguien en una imagen sólo estaba al alcance de los pintores, y ser retratado por ellos sólo a la altura de algunos privilegiados.

En la actualidad la cámara es casi una ampliación de nuestro cuerpo. La llevamos siempre a mano y resulta muy fácil recoger cuantas imágenes nos resulten estimulantes de una manera inmediata.

La reactividad que caracteriza a la humanidad actual ha encontrado en este sistema rápido un modo de atrapar retazos de vivencias que inevitablemente son efímeras y además desechables.

¿Qué hay detrás de una foto?

Un anhelo, un propósito, un estado real o ficticio, cabe tanto en una imagen. Y, sin embargo, es sólo eso, una imagen que representa un instante de una experiencia tal vez real o puede que falsa.

La familia perfecta posa, a duras penas conteniendo a sus miembros para salir todos sonriendo y después del clic una botella cae derramada sobre la mesa. El efecto dominó que propina a los elementos cercanos, es acompañado por un grito feroz de uno de los participantes. Si hiciéramos una foto ahora, la imagen, sin la pose previa sería bien distinta. Un rostro de sorpresa, otro de susto, uno de contención y el lobo feroz despachando a boca abierta sus fauces desencajadas.

Otras veces todo encaja, después de la imagen captada, continúan las sonrisas, la armonía y el estado placentero de compartir un rato con quien se quiere.

Hay fotos en solitario que inmediatamente son compartidas para ahogar en un instante la soledad o recibir caricias exprés de cualquiera que ande husmeando en las redes comunes. Hay también solitarios satisfechos que suelen retratar lo que les atrae más que a ellos mismos.

Cada imagen representa un momento irrepetible, que puede ser guardado para recordarlo con nostalgia, con alegría, o tristeza, con cualquier sentimiento que nos acompañe. A veces un buen recuerdo, otras algo a desechar.

El dicho dice que vale más una imagen que mil palabras. Creo que hacen falta muchas imágenes para completar una escena. La puesta de sol, ese momento mágico para la vista que es frecuentemente recogido con ansia. Si esperamos, veremos lo realmente majestuoso que deja. Una explosión de colores que se extienden y difuminan, cambiantes, aunque algo más reposados, perduran hasta que la oscuridad gana espacio.

 Lo cierto es que hay una diferencia entre mirar y contemplar.

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