Hablando, sintiendo, jugando…

Taller Padres Hijos

La semana pasada tuvimos el placer de participar en un Taller de Educación Emocional con familias.

 

Cada papá o mamá acudía con uno o más de sus hijos.  Era una experiencia nueva trabajar juntos y en grupo cuestiones relacionadas con la experiencia emocional de cada participante.

 

Teníamos por delante cuatro horas de un domingo por la mañana, ¡demasiadas para el benjamín del grupo!

 

Resalto la facilidad de los niños para participar y hablar de sus experiencias, a veces para  sorpresa de los padres.

 

Fuimos recorriendo las principales emociones naturales, definiéndolas y dialogando acerca de la vivencia personal de cada uno; a continuación hacíamos algún ejercicio en el que participara el cuerpo con el fin de movilizar y despejar la atención, y de paso soltar lo que fuera necesario, al menos aliviar.

 

A medida que revisábamos cada emoción surgían ejemplos de los niños a veces aderezados por los mayores, aunque destacando la naturalidad y espontaneidad de los primeros.

 

Todos hicieron los ejercicios, grandes y pequeños, dibujaron, hablaron y se movieron por la sala. Cada uno pudo escuchar lo que se le daba bien o mal a otros. “Un mayor que no es mamá”, “un niño o niña que no es mi hijo/a”, en fin, intercambiando vivencias.

 

Destaco la atención prestada a la experiencia del miedo ¡cómo no!, emoción natural que a veces vivimos de modo complejo incluso oculto.

 

Los ejemplos de los niños nos aproximaron a conocer cómo se transforma el miedo, como se guarda y se convierte en otra cosa, o bien se oculta por temor a la respuesta de los otros, evitando expresarlo en las interacciones con los compañeros.

 

Se trataba de un grupo de niños adaptados, con familias estructuradas, lo que puede situarse dentro de la normalidad social. No estábamos trabajando con situaciones de riesgo, sino la vida misma, lo que nos pasa a cualquiera de nosotros como parte de nuestro día a día. Y ahí están las emociones presentes manifestándose en sus puntos débiles y fuertes.

 

Yo tuve la oportunidad de formar pareja con uno de ellos, un regalo observar su sensibilidad, su inteligencia para captar lo que le explicaba, su deseo de ponerle nombre a lo que experimentaba.

 

Mi afán principal consistía en destacar la importancia de la conciencia emocional, conocer las emociones en nuestro cuerpo y en nuestra mente, aprender a regularlas y no hacer acopio de experiencias emocionales contenidas que se convierten en ollas a presión ¡cuidado si estallan! O se cambian por expresiones permitidas: “si no puedo llorar grito”, o al revés, o bien no me controlo y así me alivio, aunque no detecte qué me carga y qué debo desarrollar para evitarlo.

 

Manifestar nuestras vulnerabilidades en un contexto seguro es el primer paso para sembrar la seguridad personal, y esto requiere crear el espacio, permitir, expresar y enseñar a manejar situaciones.

 

Como dije al principio, ¡un  placer!

 

Algunas ideas sencillas inspiradas en un pequeño libro con mucha sabiduría en su interior que cayó en mis manos*.

 

  • Descansa, empieza por detenerte o simplemente ve más despacio.
  • Sigue tu respiración, así de sencillo, simplemente hazlo.
  • Acepta que unas veces estamos tranquilos y otras veces inquietos, aún así, podemos aprender a calmarnos.
  • Escucha sin intervenir apresuradamente, observa.
  • Detecta y descarga tus tensiones, el cuerpo es un gran mensajero.
  • Cultiva la alegría, aunque es una emoción natural que se manifiesta espontáneamente, también podemos cultivarla, los aliados: entre otros la libertad, la comprensión, la confianza, la atención a los intereses al otro.

El método: sembrar armonía y cooperación con las personas que vivimos y nos relacionamos. El mejor ejemplo: nosotros.

 

La conciencia emocional empieza en uno mismo, el momento es ahora.

 

(*) Referencia bibliográfica:

THICH NHAT HANH (2016) ”Cómo relajarse”.  Kairós.  Barcelona

Un comentario

  1. Es importante trabajar la educación emocional desde que los niños son pequeños para expresar y gestionar sus emociones de una manera adecuada.
    M.C.T.

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