Revisando las Posiciones Existenciales (I)

El término Posición Existencial se recoge en Análisis Transaccional  para explicar el modo temprano de incorporar una actitud vital hacia nosotros, hacia los demás y hacia la vida.

Se origina en nuestro contexto primario motivado primero por la necesidad de amor, de vinculación,  y más adelante por la necesidad de comprender y de obtener reconocimiento, especialmente de las personas que queremos y de las que, en primera instancia dependemos.

Es por esto significativo para la elaboración de nuestra posición vital como están esas personas: papá, mamá, etc.,  con ellos mismos, con los demás, en la vida. Cómo viven su vida influye en nuestra primera mirada al mundo.

En el trabajo terapéutico, resultan de gran interés tanto en su dimensión intrapsíquica, por la comprensión que aportan, como en su dimensión emocional y conductual por las posibilidades de estrategias concretas que proporcionan.

Son cinco las Posiciones Existenciales que vamos a detallar a lo largo de sucesivas entradas:

Desvalorizada, Paranoide, Maníaca, Nihilista y Realista. Hoy atendemos a la primera citada.

Posición Existencial Desvalorizada

Estar mal puede resultar en ocasiones más fácil que estar bien. Estar mal puede significar permanecer en la tristeza, permanecer en la pasividad, en el miedo, en el enfado constante.

Establecerse en cualquier manifestación de malestar emocional improductivo que no resuelve la situación de atasco, el conflicto.

¿Por qué es más fácil…? Porque de algún modo se ha hecho propio, configurándose como parte de la  identidad personal, y de lo que la persona cree que le toca o merece: “Soy triste” ”tengo mala suerte”. Resulta familiar y puede que desde ahí se obtenga cierto reconocimiento y atención.  Manejarse en la improductividad emocional que no resuelve pero tampoco arriesga.

Y todo esto, estos sentimientos crónicos se acompañan de una actitud ante la vida, que induce a sentirse diferente, incomprendido y ver a los demás en una posición de superioridad. Desde la propuesta del Análisis Transaccional se denomina Posición Existencial Desvalorizada: Yo estoy mal/Tú,  Ellos están bien.

Una manera de estar en el mundo que se acompaña de sentimientos de impotencia, incapacidad, propios de estados depresivos y que pueden enmascarar otros no expresados como el miedo o la rabia experimentados una y otra vez, genuinos, que puede resolverse sin necesidad de números explosivos, conectando con lo que fue injusto, doloroso, temido.

Son modos de estar que vienen de atrás, de la historia personal, que conllevan un modo de interactuar con los otros, de lo que puedo ofrecer y esperar.

Nos interesa conocer como se ha  aprendido esto, como la persona ha pedido lo que necesitaba en su entorno y como se le ha respondido.

Es preciso reparar el daño, y esto requiere un trabajo concienzudo de autoconocimiento y autoestima.  Desterrar el poder pasivo y activar la acción constructiva que otorga un gran poder personal y la posibilidad de cooperar en igualdad de condiciones.

No puede decirse que todos los  procesos tengan la misma duración, aunque es preciso tener en cuenta, que un comportamiento emocional arraigado durante décadas, una actitud, no se modifica al instante incluso después de haberlo detectado  y comprendido. Toda esa estructura que se ha hecho tan propia, se ha dado en un proceso de maduración largo, con experiencias que han influido y corroborado la teoría  formada tempranamente, firmemente creída.

Si la percepción de uno mismo es negativa la persona busca pruebas de realidad que se ajusten a la misma.  Así, el resultado es una cronificación de la posición desde la cual se mira a los otros y al mundo, desde la que se vive y se establecen las relaciones con los demás.

Una visión distorsionada de uno mismo disminuye las posibilidades de crecimiento, de experimentar, reduce el mundo, generando una visión de túnel, estrecha.

Es preciso reformular la propia historia y actualizar la mirada.

Atar cabos, comprender, curar, y el desarrollo de una nueva percepción de sí mismo, que ha de hacerse respetando la esencia, construyendo, desde un delicado  acompañamiento terapéutico,  una nueva narrativa de la historia de la propia vida. Y después, mirar hacia adelante desde la acción en el presente, integrando lo vivido: las luces y las sombras.

Hay algo en todo ser humano que reconoce el malestar y busca salir de él. Esto es un gran motor para el cambio, de lo que se puede cambiar para experimentar la vida con motivación y curiosidad.

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