Con esta denominación se hace referencia en Análisis Transaccional al modo de intervenir en el mundo desde una posición de superioridad en la que se establece una comunicación basada en la ausencia de empatía, la descalificación e incluso la agresión, gestual, verbal y/o física.
La actitud paranoide no admite críticas ni razones, lo que sale mal es causa de la deficiencia de los demás, el paranoide queda libre siempre de todo error.
Podemos establecer una asociación nada alejada de este concepto con el síndrome de Procusto, denominación recogida de la mitología griega que refiere la historia de un posadero que torturaba a todo el que no se ajustaba a la cama que tenía, asegurándose de que así fuera. En la actualidad, se recoge como metáfora para describir actitudes prepotentes, controladoras, agresivas que, ya sea en el ámbito familiar, en la empresa, en la política etc., ningunean, humillan, o bien niegan las oportunidades a posibles competidores más capaces.
En la Posición Paranoide se sitúan personas con una gran apariencia de seguridad y de competencia que se resquebraja ante la percepción de otro más capaz que amenaza su territorio, su seguridad.
Pivotan entre dos roles: Uno con aspecto de Salvador, tal vez al comienzo de las relaciones, ofreciendo algo de lo que el otro más obviamente carece, posición de poder especialmente, y Perseguidor, cuando las cosas se tuercen, tal vez porque aumentan la seguridad y autonomía del otro en territorio enemigo, la hostilidad se hace presente.
Existen dos planos de acción, uno consciente, desde el cual se establece el juego de poder tramando acciones contra el prestigio, logros, bienestar de la persona victimizada y uno inconsciente, desde el desconocimiento real del propio Yo, del miedo interno que se ignora y no se atiende, por eso es grande y tiene forma de sobrada seguridad, razón permanente, intransigencia.
Es interesante estudiar en el ámbito terapéutico como se establecen estas relaciones, los roles que participan y el proceso que siguen, generalmente lo hacemos desde el trabajo con quien se aprecia como víctima ya que es más frecuente que pida ayuda si detecta que su autoestima y equilibrio personal se tambalean. Precisa de la fuerza perdida para tomar decisiones.
Las personas que intervienen en la vida desde la Posición Paranoide es difícil que acudan a terapia excepto cuando lo pierden todo y están solos. Incluso entonces, perplejos, es habitual que se pregunten cómo es posible con todo lo que han hecho por los demás, por la empresa, por la pareja… responder a esto es el comienzo.
¿Qué hay por dentro?