Sensación de vacío una vez alcanzado lo planeado, tener hijos o no tenerlos, vivir en pareja o vivir independiente, seguir en este trabajo o cambiar, mantener esta relación o cortar elegir una u otra opción de estudios…
Dudas frecuentes de personas que consultan con conflictos que, aunque en apariencia parecen sencillos, entrañan frecuentemente la necesidad de hallar un espacio de comunicación íntima y honesta en el que expresar sus dudas sin juicios ni presiones que interfieran en sus cavilaciones y sentimientos.
La fortuna de vivir libremente no es ajena al conflicto de la duda. Si no hay opciones sólo podemos resignarnos o rebelarnos. Ante la diversidad la elección se complica.
Ejercer la libertad conlleva la necesidad de conocimiento, información y estructura. Conocimiento acerca de uno mismo, de la persona que soy en sus dimensiones cognitiva, emocional, ética. Información veraz acerca de los aspectos que atañen a mi vida, a la sociedad, al mundo. Estructura generada por la educación adquirida y los valores que la acompañan, la base en la que se asientan mis creencias, mis percepciones y valoraciones.
Los valores son aliados del propósito de vida que, unidos con la curiosidad y los intereses, gradúan la brújula que nos ayuda a descubrir quién soy y que quiero hacer con mi vida.
Dudar y decidir constituyen aspectos intrínsecos a nuestra existencia, caracterizando las transiciones de una etapa a otra. La duda nos ayuda a reflexionar, a parar y a notar lo que necesitamos, podemos y nos conviene. Precisa de un ritmo “sin prisa y sin pausa”, ni los impulsos ni la dejadez son buenos consejeros.
Ayuda expresarnos y plantearnos cuestiones que nos confronten y amplíen nuestra perspectiva. Después decidir y avanzar.