El buen trato en la pareja

Vamos a centrarnos hoy en algunas características básicas que definen el buen trato en la pareja: Intimidad, sexualidad, complicidad, cuidado mutuo, confianza, simetría, dirección común.
Definamos estas características:
– Intimidad, como tiempo suficiente en común, libre de juegos psicológicos, tiempo sin máscaras tú y yo frente a frente, tal cual somos.
– Sexualidad, de calidad y cantidad, ambos satisfechos con el placer sexual y la intimidad compartida.
– Complicidad, manifiesta en la comunicación derivada de la intimidad, el lenguaje propio de la pareja elaborado en el día a día.
– Cuidado mutuo, reconociendo las necesidades propias y las del otro. La vida en pareja conviene que facilite la vida más que la dificulte. Las cosas no han de ser exageradamente costosas, difíciles, cargadas de tareas pesarosas que uno o ambos se infringen, sino un lugar seguro emocionalmente en el que estar, al que regresar después de los avatares del día.
– Confianza, para expresarse con libertad, para tener un espacio propio en la medida en que cada uno necesite como individuo independiente y confluir en la vida en común, en lo compartido como elección.
– Negociaciones simétricas, para resolver los conflictos desde la igualdad, considerando las perspectivas de ambos desde la escucha real, activa, que lleven a la discrepancia inherente a las relaciones humanas sin menguar el respeto y el afecto. Hay una gran diferencia entre enfadarnos y descalificarnos, entre resolver un conflicto, llegando a una solución que es perceptible para las dos partes o, por el contrario, desgastarse, repitiendo una y otra vez la misma pauta, y no resolver nada.
– Dirección común, o plan de vida juntos, aunque la vida es diversa y compleja y no podemos asegurar que la relación actual vaya a durar para siempre -los finales felices han cambiado-, sí conviene tener objetivos comunes, proyectos de dos. Tenerlos favorece el sentimiento de ilusión, de camaradería, de complicidad.
Por el contrario, carecer de proyecto de pareja puede reducir la relación a las necesidades del día a día, el cuidado de los hijos, el pago de la hipoteca y en situaciones favorables también el disfrute, pero se queda vacía una parte importante para la relación, el horizonte, la ilusión por lo que queda por construir juntos, incluso el deseo de volver a elegirse.

Berne preguntaba: ¿que se te repite una y otra vez?

Esta simple pregunta puede ser el inicio de darnos cuenta de algo que no va bien en nuestra historia personal, en nuestra relación de pareja, que sigue una pauta, con un comienzo, un desarrollo, un final y unos sentimientos en los que terminamos cayendo. Sentimientos que se acompañan de pensamientos negativos acerca de uno mismo, del otro y de la relación que vivimos.

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